La humanidad vive bajo una crisis alimentaria sin precedentes, así lo indican estudios de diferentes instancias internacionales. Muchas de nosotras desconocemos o pasamos por alto sus causas y consecuencias, por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declara que un tercio de la población mundial padece de malnutrición en alguna de sus formas; hambre, disfunciones en el crecimiento, déficit de vitaminas y minerales, sobrepeso, obesidad, enfermedades degenerativas relacionadas con la alimentación, anemia, diabetes, cardiopatías, accidentes cerebrovasculares, cáncer, entre otros padecimientos. México, actualmente, ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil y el segundo en obesidad en adultos, la magnitud de esta epidemia nacional es enorme.
Evidentemente las soluciones están en una alimentación adecuada, en dietas equilibradas y no tan evidentemente en la seguridad y en la soberanía alimentaria.
En la raíz de esta debacle está el sistema agrícola industrializado, inmerso dentro del neoliberalismo global a ultranza: la Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación (FAO) señala que la agroindustria, diseñada para incrementar al máximo posible la productividad agraria y monetaria, no resuelve ni resolverá el problema del hambre, mucho menos el de la obesidad y sin lugar a dudas es un modelo alimentario pernicioso para la salud de millones de personas y para la biósfera. Este modelo agrario deforesta a pasos agigantados, contamina y explota recursos de la naturaleza como el agua, aniquila la biodiversidad sistemáticamente, agota los suelos y es un factor clave en la generación de CO2 provocando la emergencia climática global.
Transitar de este modelo nocivo a sistemas alimentarios y agrícolas sostenibles que garanticen la seguridad y soberanía alimentaria, una nutrición adecuada y accesible para todas las personas es posible. En la agroecología a manos principalmente de las mujeres rurales está la clave, pues incluye una mirada integral, más justa, incluyente, sinérgica y resiliente. Las mujeres rurales hasta nuestros días sostienen la agricultura familiar y un futuro prometedor del campo, la alimentación ecológica en manos también de la experiencia y conocimientos tradicionales de millones de mujeres es lo más adecuado para garantizar el alimento en las familias del mundo, es innegable que el consumo local, ético y de temporada que vienen del trabajo de las mujeres rurales conlleva altos beneficios para la sociedad.
Por otro lado, la alimentación industrial pierde día a día credibilidad entre las consumidoras, las mujeres son quienes están comenzando a marcar la pauta a partir del reconocimiento del trabajo doméstico para generar cambios estructurales en términos de alimentación, nutrición, consumo, la crianza y su relación con la nutrición de las niñas y los niños.
La agroecología en manos de las mujeres rurales, es también un modelo de justicia social que da muestras de su potencial, por el contrario, la alimentación industrial genera desigualdad y enfermedades que afectan más a niñ@s, mujeres, pobres, desplazados e inmigrantes. La alimentación industrial está perfectamente planeada para que sea más accesible y barata, aunque de nula o mínima calidad nutricional; es la que más negocios proporciona a las multinacionales que controlan el mercado alimentario globalizado y las cadenas de distribución.
Una alimentación esencial para las niñas y los niños.
Los 5 primeros años de vida son fundamentales para fijar hábitos saludables, el entorno familiar y la escuela es el lugar privilegiado para hacerlo. Niños y niñas, con el apoyo de su familia y la ayuda de educadoras, construyen su personalidad y garantizan su salud, además es importante enfatizar el reconocimiento social del trabajo doméstico para garantizar una alimentación adecuada para todas las personas. Los alimentos que ingieren son vitales en esos años, es por esto que recomendamos:
- Lactancia materna exclusiva desde la 1ª hora de vida y prologarla el mayor tiempo posible. (No hay dudas, consulten con expertas en lactancia).
- A partir de los 6 meses introducción progresiva de alimentos nutritivos, inocuos y ecológicos.No añadir azúcar o endulcorantes ni sal en su alimentación.
- Cuidar la alimentación en la escuela infantil.Ingesta de proteína animal equilibrada (entre 20 y 40 gramos diarios entre 1 y 3 años)Privilegiar en la dieta variedad de verduras y frutas ecológicas que sean de temporada.Aumentar las legumbres hasta 4 días a la semana.
- Sustituir cereales y harinas refinadas por integrales. Darle prioridad a la cocina regional (ecogastronomía).Rechazar embutidos y fritos.Rechazar cualquier ultraprocesado (todo aquel producto de marca que esté empaquetado, envasado, enlatado).
- Es esencial nutrir su microbiota intestinal (flora intestinal) en niñ@s de 3 años en adelante para fortalecer su sistema de defensas entre otros beneficios, introduce en su dieta yogurt de búlgaros, tepache, kéfir, etc. (no sirven los yogures comerciales, ni yakult, ni medicamentos).
En las niñas y niños menores de 3 años que aún cuentan con riñones, hígado y aparato digestivo aún inmaduros y un sistema inmunológico en construcción, la alimentación ecológica contribuye a una mejor maduración de su organismo, por lo tanto también evita la ingesta de factores de debilitamiento inmunológico como antibióticos u hormonas y la ingesta de químicos sintéticos tóxicos, pues estudios recientes realizados en población infantil y agricultoras, arrojaron resultados de altas concentraciones de glifosato en su organismo, sustancias presentes en la agricultura y ganadería industrial.
Toma en cuenta que una dieta saludable y sostenible empieza con “suelos y semillas saludables”, la alimentación que puede garantizar esa inocuidad es la producida de manera ecológica porque cuida la fertilidad del suelo, proporcionando alimentos con más nutrientes, más vitaminas, minerales, clorofila, antioxidantes y sin la carga tóxica de la alimentación industrial.
La salud, la alimentación y el equilibrio ecológico es un tema que nos concierne a todas las personas, sobre todo en el tema de la nutrición de la infancia, pongamos atención en la agroecología que millones de mujeres rurales practican, pues es una vía tangible y posible para revertir la crisis alimentaria, las injusticias sociales, enfrentar la emergencia climática y equilibrar los ecosistemas.
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