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En este espacio te compartimos nuestra visión, experiencias y sentipensares al momento de colectivizar con otras mujeres.
El primer laboratorio ecofeminista de invierno.
Por: Andrea de Buen
Territorio: Alemania, Berlín
28/01/2023
Una historia antigua dice que hay un hilo rojo que conecta almas gemelas y más allá de la historia romántica que eso conlleva, me gusta creer que ese hilo rojo se nos regala desde pequeñas a todas las personas, pero por alguna razón, a veces pienso que las mujeres lo sabemos guardar un poco mejor y entonces lo sacamos cuando nos damos cuenta de que requerimos de ese hilo para conectarnos con alguien o con nosotras mismas o con un atardecer o con una niña o con lo que sea que en ese momento nos llame, desde adentro o desde afuera.
Este mes sentí ese llamado y fue así que con ayuda de la colectiva "Musaa" de la que tengo la fortuna de formar parte, organizamos el Primer Laboratorio (aquelarre) Ecofeminista , que nació por mi necesidad de conectar a las mujeres que me han acompañado desde mi llegada a Berlín entre sí y con los saberes que hay detrás del ecofeminismo.
Así nos reunimos 6 mujeres a compartir alimentos, pero sobre todo inquietudes, emociones, miedos y esperanzas frente a la crisis socioambiental. Dialogamos sobre muchos asuntos que fueron desde lo indignante que es pensar que la medicina, los cinturones de autos, las lógicas laborales y hasta los apellidos para les hijes, están más enfocadas en los hombres; también hablamos de las labores de crianza y todos esos trabajos que están todavía muy invisibilizados en nuestra sociedad y que en su mayoría son realizados por mujeres.
Surgió la pregunta de por qué se relaciona el feminismo con la ecología, para lo que se dieron respuestas como: porque las mujeres están poniendo el cuerpo en muchas comunidades para proteger los ríos, las tierras, a las niñas y niños, al aire, a la vida. Y por la repartición de muchos roles de género, seguimos asumiendo muchas actividades de cuidados, entre una de las más importantes, del cuidado del territorio y la naturaleza.
También se mencionó que, aunque es un movimiento sobre todo de mujeres para mujeres, los hombres queremos que sean aliados en la lucha, pues las opresiones, la explotación, el cambio climático, las pandemias, la pobreza, las guerras, las depresiones y todo lo que provoca la crisis socioambiental, nos siguen afectando a todes y a nuestro planeta.
Construimos una ofrenda con frutas de temporada y algunos elementos de la naturaleza que nos gustaran, flores que florecen en invierno y otros elementos vivos, recordando que lo que viene de la tierra nos nutre y así lo agradecemos y lo honramos. Cada una recibió un pequeño "concepto" sorpresa como la sororidad, corresponsabilidad, respeto a los ciclos, interdependencia, antiespecisimo, y otros que sirvieron para seguir despertando la curiosidad por todo lo que ofrece el ecofeminismo.
Llamamos a las mujeres que nos anteceden y a les hijes que están y vendrán a este mundo caótico, pero a la vez con mucha más belleza y amor del que a veces es posible ver a primera vista y así prendimos una vela, real y metafórica, que nos ayude a iluminar lo importante hoy: celebrar la vida.
Entre tazas de té, garbanzo en diferentes presentaciones, pan, fruta, ensaladas y risas, fuimos tejiendo con ese hilo rojo invisible una complicidad y descubriendo las musas que hay en nosotras, esas que se inspiran unas a las otras.
Contingenta Ecofeminista 8M
Por: María Mondragón
Territorio: Ciudad de México
09/03/2023
“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.
Eduardo Galeano.
Esta frase, a mi parecer, tan poderosa y a menudo atribuida al escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano, es el preámbulo que refleja muy cercanamente mis sentipensares acerca de lo vivido en la marcha del día de ayer con motivo del 8M, y aunque muchas vivimos en un lugar tan grande como es la Ciudad de México paradójicamente, nuestras luchas suelen iniciar en pequeño, es decir, en comunidades pequeñas aunque territorialmente puedan ser grandes, con acciones pequeñas y en pequeños grupos o grupas, que conforme se van organizando, empiezan a convertirse en algo mucho más grande, en algo colectivo. ¿Por qué?, ¿será porque en realidad no somos tan pequeñxs como dijo Galeano?, aunque de tamaño tal vez sí, yo soy pequeña de estatura, pero nuestro corazón y nuestras convicciones son más grandes que la opresión y la injusticia que vivimos, ¿será eso lo que nos empuja al cambio?.
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Así es el ecofeminismo creo yo, esa visión grande, de corazones y cosmovisiones diferentes, representando las luchas de mujeres hermanadas en una, con sus propias ideas, singularidades y posturas, pero todas empujando, defendiendo con cuerpas y almas la tierra, sus territorios, poniendo en el centro lo más importante que tenemos: LA VIDA.
Transcurría el 8 de marzo, alrededor de la 1 pm, desde diferentes latitudes del continente y del mundo, fueron llegando cientos de mujeres a nuestro punto de encuentro; entre risas, carteles, asombro y chismecito a la icónica Plaza Río de Janeiro ubicada en la colonia Roma, para encontrarse con los que serían sus contingentes.
Al cabo de unas horas, casi a las 4 pm, nos reunimos para conformar en vivo y a todo color lo que sería ya nuestra propia contingenta ecofeminista y caminar hacia el encuentro con miles de mujeres, que con mucha alegría, ánimo y múltiples consignas, todas tan diversas, diferentes, como los colores y formas que hay en la naturaleza, partimos hacia Paseo de la Reforma, todas con la convicción de que tenemos la potencia disruptiva suficiente para motivar a generar el cambio necesario para que podamos vivir en un planeta en el que los derechos de todas las especies que lo habitamos sean garantizados y respetados.
Fue impresionante y esperanzador ver que a pesar de tantas adversidades, obstáculos y violencias de todo tipo y en todas las geografías, las mujeres seguimos resistiendo, las mujeres luchamos, cuidamos, acuerpamos, sostenemos, sororamos, no sé si ese verbo en infinitivo exista, tal vez se me acaba de ocurrir, no lo sé, pero lo que sí sé es que la solidaridad o sororidad como la nombramos entre las mujeres, está más allá del tiempo y el espacio, porque ha existido siempre, porque somos históricas, porque nuestra solidaridad es resistir, es re-existir.
Fue inconmensurable y conmovedor ver a tantas mujeres juntas marchando; abuelas, jóvenes, niñas, mujeres trans y hasta perritxs con sus pañuelos verdes o morados. Campesinas, comunistas, activistas, anarquistas, madres, amigas, hermanas, tías, primas, abuelas, mujeres con discapacidad, artistas, estudiantes, trabajadoras, todas gritando múltiples y vibrantes consignas; bailando, riendo, llorando, haciendo iconoclasia, gritos que demandan justicia, libertad y respeto, pero al mismo tiempo es una fiesta dónde todas nos juntamos a celebrar, a conmemorar y recordar que juntas somos muy poderosas y que el movimiento ecofeminista es fundamental, que urge, como diría Vandana Shiva:
“Reconocer que este hermoso mundo del cual somos parte, es una tierra viviente, que es una tierra sagrada y es la que sostiene cualquier forma de vida, incluida la economía dominante que niega a la tierra misma.”
Lluvia violeta
Por: Andrea de Buen
Territorio: Alemania, Berlín
08/03/2023.
Amaneció frío y lluvioso, como un gran porcentaje de los días en Berlin, pero es 8 de marzo, así que me pongo mi playera para esta ocasión especial, que dice “Nos queremos vivas y libres”. Me la regaló mi papá hace unos años; está hecha en Cholula por una mujer que borda y no es apta para el invierno; pero con un par de camisetas térmicas debajo y mi chamarra encima, confío en que no me dará frío.
Salgo de mi casa con mi, unas flores y unos gises, me apuro para encontrarme en el U-Bahn (metro berlinés) con una amiga, su pareja y su hija de 3 años.
Nos dirigimos a la embajada de México, en donde nos encontramos con otra amiga, su pareja y su hija de 4 años.
Las dos niñas nos ayudan a hacer las “pintas” con gises, se divierten, se ríen, escuchan la “canción sin miedo” que pusimos de fondo para inspirarnos, como si la voz de Vivir Quintana nos acercara un poco más a nuestro país. Qué irónico, esa canción nos hace sentir más cerca de casa, aunque a su vez nos duele.
¿Algún día deja de doler que el país en donde nacimos sea uno de los más violentos del mundo?
¿Qué es la militarización? Pregunta una de las niñas al leer lo que escribimos. Yo no sé cómo responderle y me quedo callada, intento cambiar de tema, ojalá cambiando de tema también cambiara la realidad.
Cantamos fuerte mientras prendemos velas por las desaparecidas y víctimas de feminicidio, con la esperanza de que sepan, que nuestra voz, grita justicia en muchas latitudes.
Mi cartel inspirado en Musaa, me recuerda que en nuestra voz, también debe caber la lucha por el territorio, por la tierra, por el agua, los bosques, los animales y el aire, pues sino, nada queda.
Honrar a las víctimas de feminicidio, es una de nuestras formas de canalizar nuestra rabia, una rabia que por primera vez me toca vivir de este lado del “charco”, entonces se me mezcla con un sentimiento extraño de culpa, porque soy consciente de los privilegios que puedo vivir no estando en México y, entonces, me entra una tristeza, ojalá vivir seguras no fuera un privilegio.
Rumbo a la marcha me entran unas ganas de hacer “pipi”, creo que es la emoción ¿o el frío? Entonces llegando al punto de encuentro de la marcha, busco un baño. “Aquí te esperamos” me dicen las demás con las que nos encontramos, me siento contenta de contar con ellas.
El único lugar cercano que encuentro abierto en un día “festivo”, es una cafetería, está llena y hay fila para usar el baño de “mujeres”, como siempre. Ojalá un día, quien diseñe los baños, piense con perspectiva de género. Pero mientras eso pasa, varias entramos al baño de “hombres”, es casi lo mismo, pero más apestoso.
Las contingentas se comienzan a armar, nosotras nos sumamos al bloque latinoamericano, pero nos acarician bloques de muchos otros países, con letras en persa, árabe, ucraniano, ruso, inglés; cada uno, con colores, ritmos, consignas diferentes, pero luchas hermanas.
Estoy emocionada y agradecida, aunque está vez no marcho con mi mamá y me faltan muchas personas queridas que están en México.
Es muy reconfortante sentirme rodeada de sororidad, rebeldía, alegría y tantas mujeres valiosas que luchan de diferentes formas.
Canalizar nuestra indignación individual en colectivo, es un alivio que las marchas regalan.
Todas bailamos, nos mojamos de lluvia-nieve violeta, gritamos por paz, por justicia, por igualdad, seguridad, por paga justa, reconocimiento a las labores de cuidado, por libertad, por nuestros derechos, por la vida.
Gritamos y avanzamos lento por la ruta elegida.
Así vamos un montón de mujeres unidas, en muchos países, con el cuerpo, con la voz, con el arte, con el amor, con lo que cada una quiera y pueda, vamos juntas pues sabemos que juntas somos más fuertes y
como dicen las zapatistas, vamos lento,
porque vamos lejos.
Comunicado: Organizaciones de la sociedad civil y colectivas ecofeministas dentro de las actividades del 8M, 2023. Detendremos la guerra contra la vida.
Por: Diana Morales
Territorio: CDMX, México.
Este día queremos comunicar que las violencias contra las mujeres y la Naturaleza tienen una estrecha relación con el orden patriarcal en conjunto con el sistema económico capitalista que han funcionado a través de un régimen de opresión en contra de grupos históricamente vulnerados como somos las mujeres y las disidencias, a través de acciones que notablemente se dirigen al exterminio de la vida y las cuales se traducen en discriminación, deterioro de los ecosistemas y constantes formas de violencia.
Venimos a cuestionar al presidente Andrés Manuél López Obrador, a la secretaria de medio ambiente María Luisa Albores González, a todas las autoridades competentes y a la industria por todas aquellas resoluciones y decisiones en contra de la vida, las omisiones y violaciones a los derechos humanos a un medioambiente sano, así como a exigir justicia a favor de las defensoras del territorio.
Este es un llamado para que respondan por todas aquellas injusticias ejercidas sobre las mujeres, disidencias y la Naturaleza, provenientes del respaldo a megaproyectos extractivistas en nombre de un mal llamado “progreso”; enfatizando que estos se oponen a la vida y son insostenibles en el tiempo, de acuerdo con múltiples estudios científicos que demuestran que estas formas de explotación nos acercan rápidamente a límites biogeofísicos en todo el planeta con puntos de no retorno.
Entre los megaproyectos y actividades industriales que le hacen la guerra a la vida en nuestro territorio están:
El Tren Maya
La Refinería Dos Bocas
257 granjas porcinas ubicadas en la península de Yucatán.
El aumento de la desertificación y la deforestación en todo el territorio.
Los monocultivos y los agrotóxicos.
La escasez de agua para las personas por sobreponer los intereses de la industria.
La desaparición de nuestros glaciares y otros impactos del cambio climático por la falta de voluntad para cumplir con los compromisos del Acuerdo de París.
La contaminación plástica proveniente de la industria desregularizada.
La extinción de especies como la vaquita marina.
La lista es interminable…
Es prioritario actuar en favor del bienestar de las personas y los demás seres con quienes compartimos la vida, así como es urgente la protección de los ecosistemas que habitamos y de los cuales dependemos en su totalidad.